Un taller con herramientas

Territorios, espacios, hogares:
allí donde nos (re)encontramos

¡Ya llega el tercer capítulo! Ha pasado mucho tiempo pero es que... no han parado de pasarnos cosas geniales 🫠

Nuestra última comunicación fue a inicios de Diciembre, por aquel entonces arrancamos tres proyectos con tres entidades que nos encantan: la Universidad Complutense de Madrid, Fuhem y AERESS. Esperamos poder mostraros dentro de poquito los resultados que estamos obteniendo, son los proyectos más ambiciosos hasta la fecha y estamos muy contentos con el desarrollo hasta ahora.

Esta situación nos ha animado a dar el salto y cambiar de figura jurídica, hemos pasado de ser autónomos a tener un contrato laboral gracias a nuestras compis de LibreCoop que nos han ofrecido su estructura legal para que compartamos esfuerzos 💪

Además de todo esto hemos comenzado nuevas líneas de trabajo que si van cristalizando os van a encantar 🤫

Pero no os creais que esto acaba aquí, queremos presentaros en primicia nuestro mayor logro estos meses, una iniciativa que nos ilusiona mucho y en la que estamos trabajando muy duro. En amoved trabajamos por crear redes de apoyo que fomenten la equidad poniendo en el centro a la vida. Por ello hemos decidido dar un paso al frente, desde Febrero contamos con un nuevo integrante...

Retrato de Jamal Ait Elhafid
Os presentamos a Jamal Ait Elhafid quien de ahora en adelante nos va a ayudar en labores de comunicación y si las cosas salen bien posiblemente empiece a comunicar a cerca de juventud, migración y tecnología. Desde que ha llegado al equipo Jamal no ha parado de aportar buena energía, compromiso, nos recuerda cuando estamos dejando de lado nuestros acuerdos, se está formando para poder cubrir sus labores de la mejor forma posible y con mucho compromiso hacia su propósito: visibilizar las dificultades e injusticias que afronta la juventud migrante.

Y en este tiempo que lleva con nosotros ya ha conseguido un par de logros que hemos celebrado mucho. En primer lugar estuvo impartiendo un taller sobre el ciclo de vida de un dispositivo en el CSO La Rosa. Y en segundo lugar... ¡Ha publicado su primer artículo! Podéis leer: "Nos tratan como si no fuéramos personas" en El Salto.

Retrato de Alfonso Sánchez Uzábal

Alfonso Sánchez Uzábal,
desarrollador web

¡Alfonso! Qué ilusión nos hace poder entrevistarte, muchas gracias por sacar un ratito para amoved.

Al inicio de la entrevista nos gusta dejar un espacio en el que podáis presentaros de la forma que considereis más conveniente, nos encantaría saber cual ha sido tu recorrido vital, en qué punto te encuentras y qué cosas te han hecho reflexionar sobre las infraestructuras digitales, las personas y en tu caso los hogares.


Soy Alfonso Sánchez Uzábal, aka skotperez. Me dedico al desarrollo web y a la visualización de datos en Montera34, un colectivo en el que trabajo junto a Pablo Rey Mazón. Fundamos Montera34 mientras estudiábamos arquitectura en Madrid. Teníamos una oficina alquilada para hacer el proyecto final de carrera en la calle Montera número 34. Echando ahora la vista atrás veo claro que ese local fue un laboratorio de experimentación para muchas de las cosas que hemos hecho unos y otros después. Allí empezamos con Obsoletos, un grupo de amigos interesados en cacharrear con ordenadores y otras tecnologías; allí desarrollamos Meipi, una plataforma web para gestionar espacios colaborativos sobre mapas. Allí convivimos con otros proyectos como Basurama o Laboratorio Urbano que impulsaban otros compañeros con los que compartíamos espacio. Todos participábamos en todos los proyectos que se iniciaban de una u otra manera. Todos los proyectos, teniendo objetivos diferentes y trabajando en contextos también distintos, eran muy permeables y se iban nutriendo unos de otros. También se fueron desarrollando ciertas maneras de trabajar, de proponer y ejecutar proyectos…

Desde hace doce años vivo en un pueblito del Pirineo francés donde he puesto en marcha, junto a otras personas un espacio de fabricación digital y experimentación con tecnología. Se llama Lab Place.


Lo primero que nos gustaría preguntarte es cómo fue tu proceso de llegada al mundo del desarrollo de software, según tenemos entendido estudiaste arquitectura. ¿Cómo fue adentrarse en el mundo de la informática y la programación, ese que para tantas personas parece cosa de magos? ¿Qué le dirías a alguien que ha oído hablar de Debian o Ubuntu pero que no termina de animarse a probar?

Los ordenadores y la programación siempre me han atraído. Soy de esa generación que creció en los 80 con un Amstrad PC1512 en casa, un vecino tenía un Spectrum, otro un Amstrad CPC… Luego mientras estudiaba arquitectura obtuve una beca para ser editor y corrector de textos en la Biblioteca electrónica Ciudades para un Futuro más Sostenible [http://habitat.aq.upm.es]. El servidor web de la biblioteca estaba alojado en el local en el que trabajábamos, en una máquina polvorienta que funcionaba usando Debian Potato. Por aquel entonces (año 2002) era corriente que los servidores de las universidades estuvieran en la propia universidad. Allí aprendí mucho sobre administración de sistemas Linux y algo de desarrollo web. También entendí la importancia de cuidar las infraestructuras digitales, y comprendí la fragilidad ligada a su materialidad: en verano, cuando la Escuela de Arquitectura estaba cerrada, los becarios de la Biblioteca hacíamos guardia quedándonos en Madrid; si había un corte eléctrico el servidor se apagaba y la web quedaba inaccesible, así que teníamos que ir corriendo a encender el servidor. Era una web que ya entonces tenía 200.000 visitas al mes y dependía de la disponibilidad de estudiantes de 20 años para solucionar problemas derivados de cortes eléctricos durante el caluroso verano madrileño.

¿Qué le dirías a alguien que ha oído hablar de Debian o Ubuntu pero que no termina de animarse a probar?

En cuanto a la gente que dice no haber usado nunca Debian o Ubuntu siempre les digo lo mismo: que lo llevan usando más de 20 años todos los días sin darse cuenta. La mayor parte de los ordenadores conectados a internet funcionan usando Debian o una distribución derivada de Debian.

Cuando te conocimos por primera vez aterrizamos en la web de Montera34 y de ahí llegamos al “Alojamiento web asociativo”. Nos gustaría saber de tu propia mano cómo has vivido y vives este proyecto, qué significa para ti y por qué decides impulsarlo. Para nosotros es un claro referente que sigue estando en nuestro horizonte. A nosotros nos gusta imaginarlo como el grupo de consumo del barrio, un común, un grupo de apoyo, un espacio de encuentro pero en este caso digital.

Me gusta esa analogía que hacéis con el grupo de consumo del barrio. Algo de eso tiene en su génesis nuestro alojamiento web asociativo. La idea inicial fue tener una infraestructura digital compartida que permitiese a nuestro entorno usar servicios alojados en nuestras propias máquinas. La idea de asociarse nos sirvió para que la falta de conocimientos o tiempo para poner en marcha esos servicios no fuera un freno para que las personas de nuestro entorno los usasen; y por otro lado para que el que quisiera pudiese aprender. La gestión de la asociación tiene como referencia la teoría de los comunes: una comunidad que ha definido unas reglas para gestionar un recurso compartido.

Idealmente me gustaría dedicarle más tiempo al proyecto y sacarle más partido al potencial de aprendizaje colectivo que tiene una comunidad de personas con una cultura digital muy basta y mucha experiencia.


Otra joya que nos has regalaste y que las personas que nos lean no pueden dejar pasar es tu blog voragine.net, donde encontramos reflexiones como “El espacio público no existe en Internet”. Fue en tu blog donde tras mucha búsqueda nos encontramos por primera vez (pero no la última) con alguien que usaba la misma nomeclatura que nosotros “Autonomía digital”. ¿Qué significan para ti estas palabras? ¿Qué piensas a cerca de los comunes digitales? ¿Cómo acercamos estos términos a la ESS o a los movimientos sociales?

No lo tengo muy claro, la verdad. Tiene que ver con entender el medio digital, con poder habitarlo con ciertas garantías, de poder apartarse en determinadas situaciones o en determinados contextos de lógicas exclusivamente comerciales, poder elegir espacios seguros en los que uno no sufra discriminación o acoso... Empecé a usarlo en una época en la que no había derechos en internet. Entonces se hablaba más de libertades: tener la libertad de usar internet de manera anónima, tener la libertad de compartir información… Se hablaba de autonomía digital para crear espacios digitales que garantizasen, o al menos posibilitasen, esas libertades. Desde hace unos años empieza a haber ciertos derechos en internet, aunque no suficientes, así que hoy el significado y los objetivos son diferentes me parece.

La teoría de los comunes me parece muy valiosa, claro. El marco teórico que propone es muy útil para enriquecer y hacer más flexibles los modelos público y privado de gestión de recursos, diría que los enriquece. Pero sobre todo las experiencias de gestión alrededor de los comunes constituyen una fuente de inspiración para la acción, para el desarrollo colectivo de iniciativas. Según mi experiencia el modelo es válido en ámbitos muy diferentes en los que participo: en el contexto de Lab Place, el espacio de fabricación digital, para la gestión de un banco de herramientas entre artesanos profesionales y aficionados al bricolaje ocasional; en el huerto de la escuela de mis hijas para la gestión de la producción de frutas y verduras entre niños, maestras, padres y madres usando un suelo municipal; en el alojamiento web asociativo, en el que unas personas con conocimientos diversos en distintos lugares alejados geográficamente gestionan unos servidores conectados a internet… La teoría de los comunes es un marco conceptualmente muy sencillo y versátil.


Por último, pero no por ello menos importante, tu último proyecto LabPlace. Nos gustaría que lo introduzcas tu mismo para poder conocer tu mirada hacia el proyecto. Aquí, una vez más, nos sirves de referencia y queríamos preguntarte ¿cómo es montar un taller digital asociativo? ¿cómo ha afectado a la vida en el pueblo? ¿qué aprendizajes estás sacando de tu experiencia?

Lab Place es lo que en Francia se conoce como un tiers-lieu. Quizás el equivalente en España sería el laboratorio ciudadano, aunque ambos tienen connotaciones y lógicas diferentes. Lab Place nació en 2016 como un espacio de fabricación digital y un coworking en un pueblito de 300 habitantes. Una de las motivaciones fue poner en funcionamiento un espacio en el que encontrarnos un grupo de personas que trabajamos desde casa, para trabajar acompañados. Yo tenía en la cabeza espacios que había montado colectivamente en Madrid con la misma idea detrás: la oficina de la calle Montera, y otro espacio que vino después que se llama La nave.

El espacio tiene un funcionamiento asociativo: las personas socias vienen a usar las máquinas y el espacio. Hay formaciones frecuentemente para aprender a usar las máquinas (corte láser, impresión 3d, fresado con CNC…), y también otras para adquirir otras competencias que se organizan más o menos bajo demanda (introducción a la inteligencia artificial, creaciones sonoras, stop motion...).

El hecho de compartir espacio de trabajo hizo que de manera bastante natural en algún momento empezaran las colaboraciones: un equipo de dos o tres que se formaba para responder a un encargo que le llega a una de las personas. Después empezamos a proponer proyectos a las instituciones locales, aprovechando la diversidad de competencias de la comunidad entorno al espacio. Algunos ejemplos: con la red de bibliotecas de la comarca, o con Pôle emploi, la institución encargada de los desempleados, hemos organizado talleres similares a los que hacemos en nuestro espacio, intentando acercar esos aprendizajes a un público que no viene a nuestro espacio pero sí frecuenta las bibliotecas. Con la red de institutos de formación profesional de la región estamos poniendo en marcha laboratorios de aprendizaje, espacios con máquinas de fabricación digital en los propios institutos en los que se pueden adquirir competencias que todavía no están incluidas en los programas escolares (pilotaje de drones, fabricación digital, escaneo de objetos para modelización, fotogrametría…).

Los colegios y los institutos de los pueblos de alrededor vienen al espacio a descubrir las máquinas. En Francia todo los estudiantes de 14 y 15 años tienen que hacer prácticas de 2 semanas para ir conociendo el mundo laboral: por Lab Place pasan regularmente estos jóvenes para hacer su periodo de prácticas. También tenemos jóvenes entre 18 y 25 años que siguen un programa de 8 meses de formación remunerada en estructuras asociativas que se llama service civique; y otros que se llaman consejeros digitales que ayudan a cualquiera que lo necesite a adquirir competencias para realizar labores cotidianas en internet que en Francia ya no se pueden hacer de otra manera, como realizar la declaración de la renta. En definitiva, queremos que Lab Place abra posibilidades relacionadas con la tecnología que antes no existían en el territorio y provoca que los que quieren dedicarse a estas actividades tengan que irse a Toulouse o más lejos.

Desde hace un año estamos construyendo un nuevo edificio que va a ser un espacio para trabajar la madera y el metal de manera profesional, un taller compartido entre artesanos y diseñadores que podrán producir objetos, mobiliario en colaboración. La idea es que surja el mismo tipo de colaboración que he comentado antes entre los que empezamos a usar el espacio en 2016.


¿Quieres aprovechar este espacio para recomendar algún contenido, colectivo o iniciativa?

Siempre que puedo recomiendo el podcast Mitos y memes. Es de lo mejor que he escuchado para entender la cultura de internet.

Muchas gracias por tu tiempo y dedicación, antes de que te vayas ¿hay algo que pudiéramos hacer por ti?

Si habéis hecho entrevistas a más personas me encantaría leerlas. Me acabo de suscribir a vuestra newsletter, así que aterrizo ahora en vuestro planeta. No sé si hay algún sitio en el que pueda acceder a entrevistas que hayáis enviado previamente a vuestros suscriptores, un archivo o algo así.

¡Claro! Aquí está el archivo de nuestra newsletter, en un futuro puede que lo integremos como parte de nuestro blog.

¿Te has quedado con ganas de preguntarnos algo o darnos algún consejo o crítica? ¡Siempre queremos aprender y compartir!


Gracias por las preguntas: me han hecho dedicar tiempo a pensar sobre cuestiones importantes.

Os diría tras responder las preguntas que me he quedado con ganas de charlar con vosotros para hacer el intercambio más bidireccional, y que me contéis vosotros también. Quizás lo próximo es que montéis un podcast y conversemos ;)


Tomamos nota para futuras entrevistas, ¡a nosotros nos encanta la idea!

Un café con Prometeo

El internet, ¿camino o autopista?

Por Ignacio Ahijado, consultor de comunicación asociado de amoved

Fue en la década de 1990 cuando la administración de Bill Clinton impulsó la primera estrategia para la creación de una red nacional de información en Estados Unidos. En un momento en que la pujanza tecnológica de Asia y Alemania asustaba a los estadounidenses, era crucial dotar al país de lo que se popularizó entonces como «superautopistas de la información».

¿El objetivo? Poner la revolución de las tecnologías de la comunicación y el incipiente internet al servicio de las industrias, el comercio y el consumo, de la misma forma que «el sistema de autopistas interestatales había impulsado dos décadas de crecimiento económico» en los Estados Unidos, en palabras del propio Clinton.

Treinta años después, la metáfora del internet como autopista ha regresado, esta vez en forma de oscura advertencia. El pasado mes de marzo, el portavoz en asuntos de salud pública del gobierno estadounidense se expresó así sobre el uso actual de las redes sociales en niños y adolescentes: «equivale a llevar a niños en un coche sin medidas de seguridad en carreteras sin límites de velocidad».

La advertencia se basaba en un informe que documenta la caída en los índices de felicidad entre la población joven y el aislamiento social producido por la creciente desaparición de las interacciones personales en favor de las digitales en varios países de Occidente.

¿Qué ha ocurrido en estas tres décadas? ¿Cómo puede causar la superautopista desconexión, cuando su propósito es exactamente el opuesto?

La superautopista causa desconexión cuando ha sustituido a la antigua carretera comarcal. Cuando la superautopista nos conecta con una ciudad distante, pero nos separa del pueblo vecino. Cuando solo la podemos disfrutar en un vehículo motorizado, nunca a pie o en bicicleta. Cuando esos vehículos motorizados, que son nuestros móviles y ordenadores, no han sido diseñados con nuestro bienestar en mente.

Es lo que el filósofo Ivan Illich llamaba «monopolio radical», la «capacidad que tiene una industria de convertirnos a todos en usuarios». Las autopistas crearon un monopolio radical del vehículo motorizado, excluyendo otras formas de transporte. Hoy, las superautopistas de información están creando un monopolio radical sobre formas alternativas de comunicación.

La pregunta que me inquieta no es (solo) cómo le ponemos cinturón de seguridad a nuestros superautomóviles de información, sino dónde consigo una bicicleta y encuentro un camino.

De momento lo dejamos por aquí. Tenemos muuuchas cositas que contaros y pocas manos, ¡esperamos que esto cambie pronto!

Nos vemos por el camino 👣