Un taller con herramientas

Referentes,
tras las huellas
de quienes nos inspiran

Segundo capítulo de nuestro boletín, ¡qué emoción!

Lo primero de todo, compartiros lo contentos (y a la par nerviosos) que estamos. Consideramos la entrada en el Mercado Social de Madrid todo un éxito, varias entidades se han mostrado interesadas en trabajar con nosotros 😍.

También aprovechamos para contaros que nuestras compis de DisCO.coop han escrito un artículo y editado un vídeo preciosos en los que contamos cómo fue nuestro encuentro en Hervás.



Dicho esto, hoy estamos de estreno. Queremos crear un espacio en el que podamos nutrir una conversación que consideramos muy importante, ¿cuáles son las principales problemáticas a las que nos enfrentamos en el mundo digital? ¿cómo las afrontamos? ¿cómo lo hacemos juntas y disfrutando?

Y para ello hemos pensado ¿qué mejor manera que invitar a esas personitas que nos han servido de inspiración, que nos han abierto los ojos y nos han hecho capaces de imaginar un proyecto como amoved? Queremos dar visibilidad a todas esas personas que en su rincón del planeta están luchando, jugando y bailando por un Internet diferente, por relacionarnos con la tecnología de una forma más afín a nuestros valores.

Además, queremos aprovechar estos puntos de encuentro para definir conceptos clave que nos permitan tanto acercaros a este mundillo como reflexionar replantearnos nosotros mismo nuestro propio funcionamiento interno.

La primera persona en responder a nuestra llamada ha sido...

Retrato de Inés Binder

Inés Binder,
comunicadora social

¡Hola Inés! Mil gracias por compartir este ratito con nosotros, es un gusto contar contigo para nuestra primera entrevista.

Antes de nada, nos gustaría dejarte un espacio en el que presentarte de la forma que consideres más conveniente, nos encantaría saber cuál ha sido tu recorrido vital y qué cosas te han hecho reflexionar sobre la infraestructura digital y las personas.


¡Hola! Soy Inés, comunicadora social e investigo sobre feminismo, tecnologías y políticas de comunicación. Soy cofundadora del Centro de Producciones Radiofónicas (CPR) y formo parte del espacio hackfeminista la_bekka. Escribí “Por un ciberfeminismo radiofónico. Miguitas para la producción de podcasts feministas libres” y soy coautora de "Cómo montar una servidora feminista con conexión casera" y "Politizar la tecnología. Radios comunitarias y derecho a la comunicación en los territorios digitales".

En nuestro caso, conocimos tu trabajo con el maravilloso fanzine sobre "Cómo montar una servidora feminista con conexión casera". ¿Te animas a contarnos un poco cómo fue y es la experiencia de crear y publicar un fanzine así? ¿Por qué decidisteis hacerlo?

El fanzine surgió a partir de una preocupación por la infraestructura feminista autónoma. Me sumé a la_bekka, el espacio hackfeminista de La Ekka, cuando me mudé a Madrid. Allí comenzamos a montar nuestra propia infraestructura a partir de las máquinas que había y a documentar nuestro propio proceso. Empezamos a hacer una documentación muy detallada, como la que nos hubiera gustado haber encontrado a nosotras.

En ese tiempo se estaba articulando también una comunidad de servidoras feministas que se encontró en Calafou en 2018. Allí conocimos otras experiencias, debatimos sobre qué significaba tener nuestra propia infraestructura digital, qué hacía que nuestra infraestructura fuera feminista, qué retos teníamos. Fue allí donde vimos que la documentación era una necesidad de la comunidad.

Fue así que decidimos hacer pública nuestra documentación. ¡Y qué mejor que hacerlo en forma de fanzine! Este era un formato de autopublicación que estaba alineado con nuestros principios. Además, podía ser impreso o fotocopiado y llevarlo a lugares sin conexión para montar servidores locales. Por otro lado, para producirlo también usamos herramientas libres exclusivamente: git, Inkscape, Gimp, Scribus, Libre Office, pandoc; algunas de las cuales, como Scribus, tuvimos que aprender a usar para este proyecto. Así que también fue un proceso de mucho aprendizaje para nosotras.

El fanzine terminó siendo una introducción sencilla a la administración de sistemas que incluso nos sirve de consulta permanente. Lo armamos en cinco cuadernillos: el primero es la justificación política de nuestra iniciativa y una introducción a cómo entendemos el proceso; el segundo está orientado a instalar el sistema operativo en la máquina; el tercero, a convertir la máquina en servidora; el cuarto, aunque se usa en paralelo con el tercero, pone el foco en la seguridad, un aspecto central si hablamos de servidoras caseras; y el quinto está pensado para usar generadores de sitios estáticos y que organizaciones feministas tengan su propia web.

El formato de cuadernillos está pensado como colección y nos permite pensar en ir agregando cuadernillos dedicados a servicios específicos: servidores XMPP, wikis, pads, etc. Esa es nuestra aspiración: aumentar los servicios, por un lado, para poder satisfacer las necesidades de las colectivas feministas; y mantener la documentación actualizada y relevante, por el otro, que en lo que a informática se refiere siempre es un desafío.

Lo que queremos es que el fanzine sea una herramienta de auto aprendizaje entre pares y reflexión colectiva sobre el capitalismo digital, tecnopolítica, infraestructuras feministas, ecología política, etc.


Siguiendo este hilo nos gustaría preguntarte por la relación entre los movimientos sociales y la cultura libre en tu ciudad o entornos cercanos, ¿es habitual encontrar que estas iniciativas se apropian de herramientas libres, materiales con licencias copyleft o peer production y que además contribuyen con herramientas y contenidos con esas mismas licencias?, ¿cuáles son los principales retos? y ¿las ventajas?

Probablemente sea una mirada sesgada, pero hay muchas experiencias de personas, colectivas y redes que están pensando y haciendo otra comunicación. Desde los movimientos de medios comunitarios, que en América Latina y el Caribe tienen décadas de trayectoria, hasta las iniciativas de cultura y software libres, infraestructura autónoma, autopublicación, editatonas, desarrollo de software, etc. Quiero poner en valor todo lo que existe, porque es a costa del cariño, el esfuerzo, el trabajo y el tiempo de muchísima gente que está hoy y que estuvo años antes.

Es verdad que existe una mirada muy instrumental sobre las tecnologías digitales que ha permeado a muchos colectivos, que priorizan el alcance, la comodidad, la gratuidad, la accesibilidad o la utilidad, antes que poner el foco en los grandes problemas de este modelo de desarrollo tecnológico: la concentración de la riqueza, la privatización de las infraestructuras, el modelo de negocio que enturbia la conversación pública, el gasto energético, el aceleramiento del ciclo de consumo de dispositivos, el extractivismo de recursos naturales, la explotación laboral, la connivencia con la violencia de género online, etc. Y los entiendo, hay algunos puntos en los que hay que transar porque si no la existencia se hace insoportable. Es una negociación permanente con uno mismo y nuestros colectivos.

Con la tecnología, específicamente, operan muchas cosas: el espejismo de la neutralidad (“depende cómo se use la tecnología”, para “el bien” o “el mal”, sea lo que sea que eso signifique); la complejidad de las infraestructuras digitales que se traduce en una suerte de pensamiento místico (“no sé cómo funciona”, “es magia”, “la nube” y otras metáforas contribuyen a esto); la racionalidad occidental y sus propuestas tecnosolucionistas que nos dicen que la mejor solución es la técnica y la que resulte del mayor y mejor procesamiento de datos (la inteligencia artificial nos permitirá diagnosticar mejor, planificar mejor y ser más eficientes”); la falsa idea de que el sector privado es el actor privilegiado para el desarrollo tecnológico y que las empresas son quienes tienen una capacidad de innovación permanente que hay que cuidar con un sistema de propiedad intelectual hiperrestrictivo; la fantasía de la autorregulación que entiende los gobiernos solamente están para entorpecer el “normal funcionamiento” del sector, y que son las propias empresas las que son capaces de establecer “parámetros éticos” que guíen su funcionamiento.

Hay argumentos de peso para combatir cada uno de estos elementos. Pero es muy difícil contrarrestar discursivamente el proyecto hegemónico del capitalismo digital porque, a riesgo de parecer una conspiracionista, tenemos que enfrentarnos a un complejo entramado de actores poderosos que están impulsando este proyecto desde fines de la Segunda Guerra Mundial. En el mundo Occidental, nos referimos a Estados Unidos con su doctrina del libre flujo de información y la defensa de los intereses de sus empresas en el mundo.

La lucha por infraestructuras libres tiene que darse dentro del ámbito más amplio de lucha contra el capitalismo y el patriarcado. ¿Cómo se ve esto? Con soberanía tecnológica, decrecimiento, sobriedad digital, derecho a reparar, internet lenta, redes P2P, rss, protocolos, software, contenidos y hardware libres, tecnologías apropiadas, expropiación de infraestructuras críticas, infraestructuras energéticamente sostenibles, redes y medios comunitarias, etc.


También hemos visto que tienes diversas publicaciones tanto en Radios Libres, como en GenderIt o El Salto. Nos gustaría preguntarte sobre la comunicación en internet, nos dedicamos entre otras cosas a hacer páginas web y habitualmente nos hacemos esta pregunta ¿deberíamos pensar la web como nuestro hogar digital? Si es así ¿a qué elementos debemos prestar más atención?, ¿cómo creamos territorios digitales que respeten mejor los principios que defendemos?

Soy una defensora de las webs. Me gusta la idea de pensarlas como jardines digitales, esas pequeñas parcelas de internet donde importa más el proceso de cuidado que el flujo acelerado e incesante de datos. Además, creo que también son espacios propios que soñamos, pensamos, diseñamos, mantenemos, adaptamos, organizamos, ordenamos y desordenamos. Entiendo que adoptar prácticas que cuestionen la idea de volcar todo nuestros contenidos e interacciones en espacios que nos son ajenos, que son propiedad de un puñado de millonarios del Norte (y esto no es una consigna, es un hecho) es una práctica de resistencia frente al capitalismo.

Nos encantaría hacerte mil preguntas pero no queremos robarte más tiempo. Por último, como persona que se mueve en ámbitos tecnológicos nos gustaría saber más sobre tus sentires al habitar estos espacios y tu perspectiva de cómo hacerlos más interesantes, accesibles y seguros para perfiles más diversos. ¿Crees que dada la naturaleza de estos espacios hay puntos concretos a tener en cuenta?

Creo que actualmente todo proyecto de soberanía tecnológica tiene que tener en cuenta la accesibilidad, la sobriedad digital y eficiencia energética, la autogestión, la distribución, y la sostenibilidad económica. La accesibilidad, absolutamente relegada en la mayoría de iniciativas, es urgente para construir una internet que nos incluya a todas las personas. En un contexto de crisis ecológica, la sobriedad digital nos permite decrecer y caminar hacia la eficiencia energética. La autogestión es la única manera de lograr autonomía y que las comunidades desarrollen la infraestructura que necesitan. La distribución de la infraestructura nos permite distribuir también el poder y favorecer la resiliencia de los proyectos. Y la sostenibilidad económica, me atrevería a decir que es la principal limitación de estos proyectos para su desarrollo en el tiempo.

¿Quieres aprovechar este espacio para recomendar algún contenido, colectivo o iniciativa?

Proyectos que me gustan:

¡Esto es todo, muchas gracias por compartir este ratito con nosotros!

Me alegra conocerlos. Siempre entusiasma ver nuevas iniciativas autónomas. :)

Abrazo

Glosario,
las miguitas de pan

Infraestructura feminista autónoma

En primer lugar vamos a aclarar qué significa infraestructura en el contexto digital. Cuando hablamos de infraestructura nos referimos a todos aquellos dispositivos, recursos energéticos, trabajo humano y demás actoras implicadas en la cadena de valor. Es decir, nos referimos a ordenadores, servidores (lo mismo pero sin pantalla ni teclado), antenas, cables, las personas que los administran, fábricas, vertederos... Como podéis imaginar las implicaciones son inmensas, redes internacionales que implican a muchas organizaciones y territorios.

Cuando añadimos la palabra autónoma ponemos énfasis en la intención de emancipación de dichas infraestructuras. Ideas clave que suelen ir asociadas al concepto de autonomía son; la capacidad de toma de decisiones, el derecho a la privacidad, la creación de espacios alternativos afines a los principios de la comunidad, etc. Cuando un colectivo, organización o comunidad tiene la capacidad de gestionar su propia infraestructura digital puede elegir qué herramientas quiere utilizar, qué medidas de seguridad adoptar... pero sobre todo toma el control sobre su territorio digital. Puede empezar a plantearse preguntas como ¿son nuestras herramientas accesibles? ¿cubren nuestras necesidades reales? ¿pertenecemos a comunidades de software más amplias en las que apoyarnos y a las que apoyar? ¿qué tipo de tecnologías digitales queremos impulsar?

Cuando añadimos la palabra feminista ponemos énfasis en la intención de trabajar las premisas feministas de nuestro colectivo. Existe mucho trabajo por hacer en la esfera digital así como en la sustento físico de estas infraestructuras. De esta manera podríamos empezar a plantearnos preguntas como ¿son nuestros espacios digitales espacios seguros e inclusivos para nuestra comunidad? ¿qué sesgos de género existen en nuestras herramientas? ¿qué labores de producción y reproducción dan vida a nuestros territorios digitales? ¿quién las desempeña?

Soberanía tecnológica

En primer lugar tendríamos que definir el concepto de soberanía. Para nosotros es algo así: la capacidad de toma de decisiones de un pueblo, comunidad, organización o colectivo.

Cuando le añadimos el apellido tecnológica estamos enfocándonos en la capacidad de tomar decisiones respecto a las tecnologías que utilizamos. Esto implica cierto grado de capacitación en su uso así como conocimiento de la construcción y mantenimiento de dichas tecnologías o en su defecto contar con un actor de confianza afín a los valores de la comunidad y comprometido a llevar a cabo la tareas resultantes de dicha toma de decisiones.

Abordar el reto de la soberanía tecnológica es un proceso complejo y transformador pero confiamos en que pasito a pasito podremos caminar de la mano y crear territorios digitales que nos cuiden.

El boca a boca:
la alegría de "EL JARDíN"

EL JARDÍN quiere ser una plataforma de educación social y popular. Un espacio donde generar conocimientos con nuevas formas y contenidos, por y para la gente, desde la periferia de las instituciones educativas oficiales.

Portatil en cuya pantalla vemos la página principal de El Jardín

Detrás de EL JARDíN hay un maravilloso equipo donde encontramos a nuestro querido Nodo Común, ¡que esperamos nos cuenten cositas pronto! No dejéis de echar un vistazo y acercaros a este proyecto.

Hasta aquí nuestras novedades, os agradecemos el ratito de lecutra y que nos compartáis con aquellas personas que consideréis importante. Esperamos que estéis bien y cargadas de energía para seguir.

Nos vemos por el camino 👣

PD: ¡Dentro de poco tendremos novedades candentes! ¿Algún servicio gratuito para proyectos sociales? ¿Una wiki donde os compartiremos nuestra documentación interna? ¿Ambas? ✨🔮